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viernes, 17 de agosto de 2007

La Neblina



LEYENDA DE LA NEBLINA

LEYENDA

Cuentan las viejas crónicas que hace ya mucho tiempo, antes de la llegada de los españoles a lo que era la antigua provincia de Zacatlán, vivía en ésta región una hermosa mujer de grandes y hermosos ojos soñadores, llenos de un tierno mirar que hacían que se estremecieran de emoción incontenida las fibras más íntimas del corazón de cualquiera de los fuertes mancebos que la veían. Al mirarse estos en sus bellos ojos de mansas tardes grises; tan hondos como la inmensidad del mar océano y sentían que se embriagaban de éxtasis, de luz, de vientos, de zafiros, de esmeraldas y de diamantes. Así de hermosos eran sus profundos ojos negros, como la noche misma tachonada de estrellas.

Sus cabellos eran negros, negros como lo más profundo de la noche en su vasto de incontenidas luces multicolores. El viento de la tarde al bajar por la arboleda ondulaba su radiante cabellera en dulce y suave agitación. Mientras miraba arrobada el horizonte al obscurecerse, soñaba triste, recordando el sabor mágico de unos labios que ha tiempo que partieran.

Está triste de tanto soñar, camina con los ojos abiertos en la azul esperanza de un regreso venturoso y camina en suelos por amor de la mano que la guía.

Hacía tiempo que el hombre amado había partido a la guerra y no se tenían noticias de ninguna índole de incorporación del bando zacateco a los ejércitos comandados por Netzahualcóyotl para que éste recuperar su reino de Atzcapotzalco y que por consejo de Huitzilihuitzin; su maestro, le dijera que tomara ánimo y valor y que fuese a las partes de donde le llegaría el socorro, como lo eran las provincias de Huejotzingo, Tlaxcallán, Zacatollán y otros que los conocía, por ser hombres valerosos y que no lo desampararían, y si acaso, darían su vida por él.

Y fue así, que el guerrero indómito de la profunda serranía salió con el auxilio de las tropas zacatecas para ayudar a aquel personaje a recuperar su trono. Y en una tarde de profunda melancolía y de luces de arreboles tras las colinas, se despiden los amantes, dedicándose mil paréntesis de amor.

El altivo guerrero y amante decía a su doncella que se iba en alas del viento soñando con ella, con la faz del cielo, en los aires cruzando ligero pensando en volver lo más pronto a su lado. Y con el fuego que siente, le dice mirando a los ojos, con ardiente insistencia; que su amor es encendido, venturoso de néctar, dulzura y de paz, que sólo ella es capaz de darle.

Mientras éstas palabras decía, dejaba la doncella asomar una débil sonrisa llena de tristeza, mientras que sus mejillas se coloraban de nieve y de rosas, y en tanto, en su mirada, había desconsuelo amor y sufrimiento.

Ella no trata de impedirle la dolorosa partida, pues sabe bien, que los hombres valientes sólo tienen cabida en el corazón de su pueblo. Y con voz pura y de plata y de cristal, le dice muy débil, muy pálida y muy asustada, que los dioses le colmen de ventura y del trance salga bien librado. Por un momento, la niña doncella llora sin gemir. A lo lejos se escucha ya el ahuahuetl y el teponachtli y el grito de los guerreros agitando sus armas de obsidiana, los escudos y los estandartes del blasón zacateco, listos para arrancar del pecho el corazón de sus enemigos en el duro trecho del campo de batalla, mientras sigue diciendo dulces frases la doncella hermosa...que los dones de la gloria te sean concedidas y regreses segura y triunfante, para unir nuestras vidas en un sólo ser y proseguir nuestro nombre en el mañana feliz y duradero, yo te esperaré siempre, cuán largo sea el tiempo de mi dicha a la par con la tuya, te esperaré siempre ¡lo juro! en nombre de los dioses que bien saben que va mi vida de por medio.

Los feroces guerreros esperan y una voz inflexible grita “en marcha” .

Que hermosos brillaban tristes, muy tristes sus grandes ojos negros, apenas si podía sonreír y aquel cabello tan negro y tan largo, que el viento al juguetear, le traveseaba en ondas, mientras agitaba sus manos morenas, diciéndole con este simple gesto al fuerte amante y audaz guerrero ¡hasta pronto!.

Ha pasado mucho tiempo y en sus ojos tan negros y siempre bellos, mora la tristeza y la pesadumbre total de un alma tan sola, a la vez que lleva en sus pasos que guía, amor tan lejano, la distancia que espera. Todas las tardes camina por esos senderos de siempre y que juntos andaran tomados de la mano y llega al balcón de sus citas ansiadas, soñando con el amante, soñando en el regreso.

Una mañana de azules clarines y notas amarillas, bajó a la plaza la doncella, había gran tumulto y gran alegría reinaba por doquier. Los teponaxtlis y los ahuahuets tocaban con gran profusión, La doncella tocada por un rayo de esperanza, sabe de inmediato que los esforzados guerreros que ha mucho que partieran ¡han regresado!. Corrió alborozada hasta el grupo aquel, y alzando la cabeza por encima de todos aquellos hombros, buscaba afanosa la sobria figura de su amado de hermosas tardes quietas. Mientras tanto, otras mujeres hacían lo mismo, y en cuanto descubrían la tez morena de su ansiados amores, lanzaban agudos gritos de júbilo y echaban a correr hacia donde estaban los motivos de sus preciosas exclamaciones. Ella, por más que buscaba, por más que alzaba los hombros preciosos, tan sólo cubiertos por una túnica del más blanco fulgor, no hallaba el motivo de su búsqueda, no hallaba la figura de su guerrero luchador. Un presentimiento, tan sólo lo piensa y rechaza con gran espanto tan innoble pensamiento. Más ¡ay!, tan pronto lo sabe, tan pronto se entera de la muerte de su guerrero esforzado. Un agudo de profundo dolor siente que le traspasa el corazón. sale corriendo, pérdida la razón, hacia el balcón de sus citas ansiadas donde soñara con el amante y con el porvenir que el mañana presiente.

Llorando pasa todos los días y en tarde invierno, mientras el sol entre la tarde moría, se levanta del sitio de su pesar y en acción resuelta invoca a sus dioses, ofreciendo su vida, dando alma y vida ¡vida y alma entera!, y no pensando en nada más, se arroja decidida al profundo barranco del balcón aquel.

Murió aquella bella mujer, con la dulzura de una rosa deshojándose en la albura del manto de una virgen solitaria ¡su amor fue más hondo que el misterio!.

Y en aquel arrojo de inusitado intento, donde buscara muerte tan sombría, llenóse a la mañana siguiente el barranco de una albura sin igual, que a la distancia bien parecía ¡un mar de inmensidades!. Poco a poco fue ascendiendo aquel blanco tan maravilloso y extendiese por la vasta región zacateca. Y entonces todos supieron que la doncella no sólo se presentaba en ese color alburo, sabían cuando estaba triste y lloraba, poniéndose sombría. Y si estaba alegre; cantaba y calentaba con el aliento cálido de su voz. Y cuando bajaba para tocarlos con la suavidad de su piel, se daban cuenta de su textura, de su forma, de su aroma, y que en todo momento respondía, reaccionaba, comentaba. Y era tan reveladora de su personalidad como su forma de trasladarse de un lugar a otro ¡inundándolo todo!.

Ella era y es desde entonces hasta el final de los tiempos ¡la amada neblina que todos conocemos! y que todo lo abarca en ésta región de historia, leyenda y de pasión.

EL BUSCADOR DE LEYENDAS

1979






Mañana podre volver a tocar la textura de tu piel , de tus manos , tu cálida mirada, tu sonrisa que me ace estremecerme y tu laios con los que tanto llevo soñando ... , solo nos quedan unas horas shhhh...

1 comentario:

kaO¡ dijo...

Preciosa la leyenDa, como todas las que sueles escoger:)

Unas horas para que mis ojos brillen de nuevo, se reflejen en los tuYos i te digan todas esas cosaS que yo con palabras no soi capaz..
Besos i abrazos i 'marcas'.. mui pronto, otra vez..
...schhh....