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lunes, 24 de septiembre de 2007

El jardín de los Delirios Ocultos...

"La noche va cayendo lentamente. El sol aún no se ha acostado y la luna remolonea por levantarse. El tiempo pasa despacio. Sentado en mi silla veo como las gotas de lluvia van golpeando lentamente el cristal de la ventana. Haciendo carreras unas con otras, para separarse y volver a juntarse en un minúsculo e improvisado río…"

"Decido salir a pasear, siempre me gustó pasear bajo la lluvia. Sentir como va calando en mi cuerpo. Resbalando por mis cabellos y atravesando mi rostro desnudo desde la frente a la boca…"

"Llevo un paso lento, acompasado, bailando con las gotas que van cayendo en los improvisados charcos que van formándose bajo los árboles que derraman sus hojas a sus pies con la entrada del otoño. Mis ropas van haciéndose cada vez más pesadas y no me fijo en el rumbo que lleva mi camino. Un rumbo desorientado que me guía por las calles de Sevilla. Calles que se van estrechando, ahuecándose en los rincones que la noche oculta en los resquicios de los edificios."

"Camino perdido, sin fin ni meta. Al ritmo que bombea la sangre en mi cuerpo. El mismo ritmo pausado que las gotas tenían cuando salí de aquel agujero. Ahora parece que la lluvia ha comenzado a hacerse más fuerte, acelero el paso para llegar a algún sitio que me indique que he llegado a mi destino. Es en uno de estos pasos cuando mis ojos me muestran algo que no debe ser real. Los sentidos me engañan, me aturden, una guía invisible me ha señalado el camino hacia este majestuoso jardín, donde la luna brilla, redonda cual bola de queso, escondida entre los nubarrones de tormenta."

"Este es un jardín muy extenso, pero no tengo consciencia de haber estado antes aquí, y allí, en la lejanía del jardín, la veo. Una mujer delgada, menuda, sentada en el único banco a la vista de todo aquel paraíso. Me acerco irremediablemente, mis pies no me dan otra opción, mis ojos no permiten otra cosa que no sea el contemplarla, allí, sentada en el banco, justo debajo del árbol más frondoso de todo el jardín. Ella permite que me acerque, pues permanece inmóvil, con la vista clavada en el infinito y el cabello ondeando al viento que mece la suave lluvia. "

"Cuando quedan no pocos pasos hacia el banco, se levanta. Una nueva visión acude a mi mente. El pelo ha dejado de bailar y cae sobre sus hombros totalmente empapado, haciendo pequeños bucles a la altura de su cuello. Sus ojos, iguales que el son del mar, brillan en la noche, su boca, pequeña cereza madura permanece cerrada, salvo por las pocas ocasiones en las que su diminuta lengua sale a pasear para humedecerla un poco. Lleva un traje rojo, largo, entallado y con un generoso escote que encierra toda la dulzura de la miel joven a la que aún no han picado las abejas. Va descalza. Para sentir en sus pies el tacto de la hierba seca."

"Me observa, de pie, parada delante del banco que minutos antes le sirvió de asiento. Y, para obtener una turbación aún mayor, sus boca pronuncia las palabras que me llevaran a la perdición de las horas muertas bajo el embrujo de la luna: "Bienvenido al jardín del delirio"."

"Delirio, delirando me encuentro ante la visión de tal musa. Una musa que se va acercando con pasos diminutos ante mi petrificada figura y da una pequeña vuelta a mí alrededor para terminar de contemplarme. Como si estuviera estudiando una figura que hace tiempo que no ve…
Su mano, delicada y suave, con las uñas largas, se posa en mi cara. Parece que quiera alejar el frío que minutos antes de llegar a aquél jardín había calado en mi cuerpo. Misteriosamente ha desaparecido, y mi ropa se ha secado, pero la lluvia no cesa. Su mano en mi cara hace que casi tiemble. Ella baja despacio por mi mejilla, recorriendo cada parte de ella como si estuviera ciega y quisiera reconocerme mediante el tacto. Y recorre todo mi cuerpo por encima de mi ropa."

"Mi cuello, dando pequeñas caricias con las llevas de los dedos y algún que otro roce intencionado con el dorso de las uñas…"
"Mi torso, bajando despacio por él con ambas manos, despacio, muy lentamente, como si no quisiera dejar ningún cabo suelto."
"Se agacha un poco y sigue por mis pantalones, roza suavemente mi entrepierna y sigue deslizándose por las piernas, rodeando los tobillos con las manos al llegar a ellos."
"En los pies, se detiene, y me descalza, dejando que ellos también entren en contacto con la hierba húmeda, es una sensación extraña, pero agradable."

"Una vez me ha estudiado y parece saber todo lo que quería conocer de mí, vuelve a postrarse delante mía. En la misma posición que me la encontré al darme su bienvenida."

"Parece que ahora quiere que la estudie yo. Me agarra mi mano con la suya y la va acercando a su mejilla. La deja allí quieta, para posteriormente ir guiándome por los rincones de su cuerpo. El vestido tiene un tacto muy suave, como de seda, ella lleva su ritmo, como un estudio previo, cual si de un ritual se tratase, va manejando mis manos a su antojo, y la dejo mandar, la dejo que me lleve de camino al infierno, si esa es la manera de pecar."

"Una vez conocidos ambos cuerpos, se acerca un poco más, y me abraza, parece que el abrazo me ha sacado del shock, del embrujo a que dicho jardín me tenía sometido. "

"Desliza nuevamente sus manos por mi espalda y me despoja de la camiseta, dejando que mis manos jueguen con su cremallera para liberarla del vestido que la tiene presa, y me emborracho con su desnudez, la lujuria siempre ha sido el favorito de mis pecados capitales."

"Su boca se acerca a la mía. La mía a la suya. Girando un poco las cabezas el beso se funde. Convirtiendo la cereza en licor, veneno que va calando en mis huesos. Los recorridos ya iniciados se repiten. Volviendo a acariciar el pecado capital. Probando el fruto del árbol prohibido. Y sus uñas se clavan en mi espalda y mi lengua recorre su cuerpo en un acto desenfrenado, en un ritmo descabellado. Los cuerpos se juntan, pero las almas se separan. El jardín inunda nuestras vidas. Y los fluidos van mezclándose en una coctelera de susurros y gemidos. El ritmo se acelera. El corazón se para. Los ojos se cierran, las bocas se abren, para volver a cerrarse. El tiempo se detiene."

"Los escalofríos se suceden. La sangre se dispara. El infinito queda a la vuelta de la esquina y la tranquilidad vuelve a inundar mi vida. La lluvia ha pasado."

Es un relato que e encontrado, no se de quien es, la pagina no da mas información, pero me a gustado mucho y quería escribir algo sobre gotas de lluvia ( pocas gotas ahí xDDD), pero me a gustado, me a echo estar en ese jardín , contigo...

Bsos y abrazos 4 días para estar en nuestro propio jardín o donde sea.

1 comentario:

kaO¡ dijo...

Cualquier lugar, contigo, es infiniTo.

Tres días i unas horas para perder la nociÓn del tiempo, del espacio; para desbocar los sentiDos, las sensaciones..